El Censo Divino
Escena 1: La Oficina del Censo en Jerusalén
(La escena se abre en una bulliciosa oficina del censo. Hay pilas de pergaminos, tablillas de cera y soldados romanos vigilando a las multitudes de judíos que esperan ser registrados. Marco, un joven funcionario romano con una expresión seria y cansada, se inclina sobre una mesa revisando documentos. A su lado, un soldado llamado Lucio observa la multitud.)
Lucio: (murmurando) Nunca había visto tantas caras exhaustas. Este censo ha traído a gente de todos los rincones de Judea.
Marco: (frunciendo el ceño) Es el decreto de César Augusto. Nadie está exento, y todo debe registrarse correctamente. (suspira) A veces me pregunto por qué este pequeño rincón del imperio requiere tanta atención.
(Una pareja de ancianos se acerca a Marco con dificultad. Él los registra con eficiencia, pero no puede evitar notar la mirada preocupada en sus rostros.)
Anciana Judía: (en voz baja) El viaje a Belén ha sido duro para muchos... especialmente para los más jóvenes y los que esperan hijos.
Marco: (sin levantar la vista) Todo ciudadano debe obedecer el edicto. Es la ley.
(La anciana se va, y Marco la observa alejarse con un atisbo de compasión en sus ojos, antes de volver a sus documentos. Pero la semilla de la duda ha sido plantada en su mente.)
Escena 2: Conversación en la Puerta de la Ciudad
(Más tarde, Marco camina por la puerta principal de Jerusalén, donde los viajeros entran y salen sin cesar. Se detiene a observar a las familias que se dirigen a Belén. Un anciano judío, Eleazar, está sentado al borde del camino, descansando y murmurando en voz baja. Marco se le acerca con curiosidad.)
Marco: (amable pero directo) ¿Por qué tantas personas parecen ir hacia Belén? La ciudad no es grande, y ya está abarrotada.
Eleazar: (mirando a Marco con ojos sabios) Belén... es la ciudad de David. Las Escrituras dicen que de allí vendrá el Mesías, el Salvador prometido.
Marco: (frunce el ceño) ¿El Mesías? Hablas de profecías antiguas. Este censo es solo una orden de Roma, nada más.
Eleazar: (sonríe con calma) Roma puede pensar que controla los destinos, pero a veces los decretos de los hombres solo cumplen los planes de Dios. ¿No es curioso que este censo haya llevado a tantos a Belén, justo cuando era necesario?
(Marco se queda pensativo, sin responder. Las palabras del anciano lo dejan inquieto, como si algo importante se estuviera gestando a su alrededor y él apenas comenzara a entenderlo.)
Escena 3: El Viaje de José y María
(La escena cambia a un camino polvoriento. José y una María visiblemente embarazada caminan lentamente hacia Belén. María se detiene, respirando con dificultad, y José la ayuda a sentarse en una roca para descansar. Marco los observa desde lejos, habiendo salido a inspeccionar el flujo de viajeros.)
Marco: (acercándose con preocupación) ¿Estáis bien? El camino a Belén no es fácil, especialmente en vuestro estado.
José: (con una voz amable pero firme) Hacemos lo que debemos hacer. El censo requiere que vayamos a Belén, la ciudad de nuestros antepasados.
(Marco mira a María, que le sonríe con una serenidad que lo desconcierta. El brillo en sus ojos y su evidente fe le resultan enigmáticos.)
Marco: (confuso) ¿Por qué no parecéis resentidos o asustados? La mayoría se quejan de las dificultades.
María: (con voz suave) Porque sabemos que este viaje tiene un propósito mayor. Dios nos está guiando.
(Marco no sabe qué responder, pero siente que hay algo especial en esta pareja. Se aleja lentamente, con el corazón inquieto.)
Escena 4: El Nacimiento en Belén
(La noche cae sobre Belén. Marco camina por las calles, observando a las multitudes que intentan encontrar refugio. Se acerca a un pequeño establo donde un grupo de pastores se ha reunido, susurrando y arrodillados con reverencia. Marco se detiene, intrigado.)
Pastor 1: (con los ojos brillantes) ¡Lo vimos! Un ángel del Señor nos anunció que el Salvador ha nacido aquí, en este establo. ¡El Mesías prometido!
(Marco se adelanta y ve a José y María dentro del establo, María sosteniendo a un recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Marco siente que algo sagrado lo envuelve, y sus ojos se llenan de lágrimas.)
Marco: (en un susurro) ¿Este... este niño? ¿El Mesías... aquí, en un lugar tan humilde?
José: (mirando a Marco con gratitud) Dios eligió lo humilde para mostrar su grandeza. Incluso un decreto romano no pudo evitar que se cumpliera Su plan.
(Marco se queda inmóvil, sintiendo que la realidad que ha conocido como funcionario de Roma se quiebra ante algo mucho más grande y poderoso. Se arrodilla lentamente, sin saber por qué, pero sabiendo que está ante algo divino.)
Escena 5: La Transformación de Marco
(Días después, Marco regresa a la oficina del censo, pero algo ha cambiado en él. Lucio lo observa con curiosidad.)
Lucio: (con una ceja levantada) Pareces... diferente, Marco. ¿Has visto algo extraño en Belén?
Marco: (mirando hacia el horizonte, con los ojos llenos de propósito) He visto un milagro, Lucio. A veces, los decretos de los hombres solo cumplen los designios de Dios.
(Se queda en silencio, sabiendo que su papel como funcionario romano no es más que un pequeño engranaje en un plan divino mucho más grande. La escena termina con Marco mirando hacia Belén, con una renovada fe en su corazón.)
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